1 abr 2014

TARRAGONA

En este nuevo ciclo con nueva Presidencia, (el resto sigue igual, como el país) mantenemos el espíritu viajero por las comarcas catalanas, en esta ocasión cerramos el circuito catalo-capitalino en Tarragona, la de las famosas murallas de la canción.

A partir de ahora o, debemos centrarnos en localidades "menores" o debemos realizar largos desplazamientos por la geografía europea, antes de que no podamos hacerlo, por estar navegando Catalunya por el espacio infinito.

Pues esto que nos fuimos a Tarragona, situada en el extremo norte oriental de la Península Ibérica, la capital más meridional de Catalunya.

De clima templado y suave, con una temperatura media de 18º C (25º C en verano y 12º C en invierno), con amplias y limpias playas de arena fina y dorada y el importante patrimonio artístico y arquitectónico, declarado Patrimonio Mundial por la UNESCO, hacen de Tarragona un lugar de gran importancia turística.

Perfectamente comunicada con Europa y con el resto de la península, disfruta de los servicios de dos aeropuertos, uno en Reus, a 7 km, y el otro en Barcelona, a 82 km. igualmente, por ferrocarril enlazando directamente con las principales capitales del Estado y de Europa.

Además, la ciudad cuenta con un puerto comercial de gran relevancia en el Mediterráneo y con Port Tarraco, espacio destinado a recibir cruceros de lujo.



Tarragona es también el punto de enlace de dos de las principales autopistas, la del Mediterráneo, que une Alicante con Francia y el resto de Europa, y la del Norte, que empieza en Tarragona y termina en el País Vasco.

Tarragona es una ciudad con una historia milenaria. La antigua Tarraco, fundada por los romanos, fue una de las ciudades más importantes del Mediterráneo. Este impresionante legado romano, símbolo de la Tarragona actual, está declarado Patrimonio Mundial por la UNESCO.
 


Pero Tarragona no es sólo monumentos romanos, también tiene un importante pasado medieval, edificios modernistas, playas de arena dorada y aguas cristalinas, un pintoresco barrio marinero, bosques y espacios naturales protegidos, tradiciones y cultura popular... incluso los más aventureros pueden sumergirse en la cueva urbana más grande de Catalunya.




El casco histórico de la ciudad se despliega entre el mar Mediterráneo y las antiguas murallas. En este trazado se encuentra la Catedral de Santa María, una construcción levantada sobre un templo romano dedicado a Júpiter y una mezquita musulmana.

Portadas románicas, cubiertas de crucería gótica y claustros de origen románico, nos muestran la transición de un estilo a otro. También pertenecientes a la Edad Media son las arcadas de la calle Mercería, aunque la que se considera la vía principal de la Tarragona medieval es la calle de Çavallers. En esta zona central de la ciudad destacan las Casas del Degà, dels Concilis, de la Ciutat... Al otro lado de la Rambla Vella se encuentra el trazado racionalista de Tarragona, con su Rambla Nova, que llega hasta el Paseo de las Palmeras y el Balcón del Mediterráneo. Desde aquí se tiene una de las mejores vistas sobre el mar y la playa de El Miracle. Entre los edificios modernistas de la antigua Tarraco podemos visitar la torre y tribuna de la Casa Ripoll, la construcción de hierro del Mercado Central o la capilla del Colegio Jesús i María, en cuya realización intervino Antonio Gaudí, el mayor representante del Modernismo español.
La ciudad de Tarragona también posee una de las mayores necrópolis paleo cristianas de Occidente. La decoración de ataúdes de madera, losas, sarcófagos y mausoleos nos acercan al arte de los primeros cristianos. No hay que olvidar que la capital de la Costa Daurada posee uno de los puertos más importantes del “Mare Nostrum”. Una buena opción para degustar el marisco y el pescado típicos de la zona es dirigirnos a El Serrallo, el barrio pesquero de la ciudad. 


Todas estas cosas nos la comentó nuestra guia Mari Mar, que con su entusiasmo nos contagió a todos y acabamos enamorados de la Imperial Tarraco, tras un espléndido paseo por la historia de la ciudad.
Finalizada la misma nos dirigimos al Hotel Imperial Tarraco, que cada día está más vetusto, pero con una vista extraordinaria sobre el mar, donde nos sirvieron un aperitivo "romano" con vino de rosas y miel, dátiles con nueces y unas mini tostadas de pan de nueces que untamos con un aliño de bacalao. Relajados descendimos hacia la ciudad baja, donde a medio camino hicimos un alto en el Restaurante El Terrat, allí nos ofrecieron un excelente menú (excelente relación calidad-precio) en un marco muy agradable, servido con simpatía y celeridad.
Acabado el mismo y con una alta tensión nerviosa por parte de algunos miembros -seria por el encuentro que muchas horas más tarde enfrentaba al Barça con los colchoneros o...... acaso hoy tocaba- regresamos de una tacada a la ciudad Condal.