Los días 15 al 18 de septiembre, algunos representantes de nuestros Club se desplazaron a la población de Almadén (Ciudad Real), invitados por las autoridades locales, para visitar la localidad y sus alrededores y valorar las posibilidades que la zona tiene para la explotación turística.
Si bien es cierto que la localidad es mundialmente conocida por albergar las mayores minas de mercurio, con una producción del 33% cuando estaban activas, hasta que la CEE las hizo cerrar por el alto riesgo que el mercurio acarrea al mezclarse con otras materias, no lo es en temas turísticos.
Nuestro programa de este largo fin de semana fue completo aunque no vimos todas las posibilidades que posteriormente nos comentaron, incluso algunas de las previstas que no hicimos, por razones que no nos clarificaron.
La primera de nuestra experiencias, para poner en nuestro libro de los recuerdos inmateriales fue, el alojarnos en una plaza de toros, pero no una plaza cualquiera, la única plaza de toros octogonal que hay en el mundo, y además aún se celebran festejos en ella.
El primer día realizamos una amplia visita a la Mina, la niña bonita de la población, con todos los honores que merece ya que a ella deben el reconocimiento a nivel mundial, la visita es más que interesante, un largo recorrido que se realiza de una forma cómoda y que acabada la visita nos parecido corta. Tras el almuerzo, proseguimos la visita por el completo minero, con la visita a la Escuela de Ingeniería Minera e Industrial de Almadén.
El día siguiente por la mañana realizamos una amplia visita panorámica de toda la comarca, para regresar a Almadén para el almuerzo, y proseguir por la tarde la visita, visitando una granja de cria de ovejas y proseguir hasta un magnifico paraje donde se nos sirvió una merienda campestre mientras admirábamos el paisaje.
El domingo fue nuestro día de trabajo, los responsables de Cetur, somos muy responsables, y asistimos a una magnifica presentación del profesor Luís Mansilla Plaza que nos recreó por la historia de la mina.
Posteriormente se proyectó una presentación de las propuestas turísticas de la región, seguido con un debate por nuestra parte, rebatido por los distintos representantes y autoridades, sobre los muy interesantes lugares que ofrece la población, y además se nos comentó las muchas actividades que ofrece la zona y que infelizmente no pudimos contemplar, como la reserva de Gamos, Ciervos, Jabalíes, Cigüeñas negras, buitres, y otras muchas variedades de aves.
El Sr. Alcalde, Siro Ramiro Nieto, el concejal de Turismo Miguel Ángel Romero y el diputado provincial, Dionisio Vicente González, estuvieron muy receptivos a todos nuestros comentarios y propuestas, cerrando con unas palabras por parte de Pepe Ortiz, que fueron agradecidos con las del Alcalde y del Diputado Provincial.
Una mención especial para nuestro querido amigo Toni Jansá que nos propuso para este encuentro, nos acompañó en todo momento y que nos acogió en dos ocasiones en su "casa" Hotel y a Sergio que amplio con sus breves palabras lo que oculta la región y las opciones que podemos encontrar para la caza mayor controlada, y el avistamiento de estas especies que, como dijo nuestra querida Ana, es algo que en mucho estimamos los urbanitas.
PROGRAMA DEL VIAJE
HISTORIA
La historia de Almadén da comienzo cuando la naturaleza creó en sus entrañas el mayor yacimiento de mercurio conocido hasta la fecha. Se estima que Almadén ha producido aproximadamente la tercera parte del mercurio consumido por la humanidad. El yacimiento de Almadén se formó hace unos 430 millones de años, cuando las cuarcitas que hoy componen su subsuelo se estaban depositando bajo el mar en una plataforma continental de poca profundidad.
Contemporáneamente con este episodio sedimentario surgió un volcanismo profundo de tipo básico que arrastró el mercurio desde las entrañas de la tierra. Este acontecimiento perdido en el tiempo marcará la historia de un pueblo y sus gentes hasta la actualidad
Los primeros pobladores destacados aparecen alrededor del 3500 al 2500 a.C., en plena Edad del Bronce. Se han encontrado vestigios de las valiosas colecciones de pinturas rupestres de arte esquemático en los abrigos de las sierras que la rodean. Estas pinturas se sitúan siempre sobre paredones verticales, muy visibles y orientadas al Sur. El color predominante es el rojo y de hecho, se cree que el cinabrio era ya empleado en ceremonias de carácter religioso. Por lo que a la temática se refiere, aparecen distintos motivos: figuras humanas, animales (caballos, ciervos...) o distinta simbología círculos, puntos, ídolos, etc.
Nuevos pueblos fueron asentándose en estas tierras, buscando sus minerales y extensiones de pastoreo. Los siguientes grandes pobladores serán los romanos, vinculados a la llamada por ellos región Sisaponense, ya citada por el escritor Plinio. Aún podemos encontrar numerosos vestigios de villas romanas dentro del término de Almadén. Sin embargo la explotación intensiva de las minas no debió comenzar hasta el s. II a.C., cuando se consolidó la implantación del dominio romano en la zona.
La producción de cinabrio se exportaba a Roma íntegramente y "en bruto" en odres o recipientes precintados (hasta 10.000 libras anualmente), y en la capital del imperio se elaboraba el bermellón en las factorías situadas en el Foro Romano, entre el templo de Flora y Quirino.
La rentabilidad de las minas debió ser enorme ya que el bermellón era un producto de lujo, que llegó a alcanzar en Roma el precio máximo de 70 sextercios la libra. Su principal aplicación era como pintura o tinte y, con él, untaban en las fiestas el rostro de la estatua de Júpiter y el cuerpo de los vencedores circenses. También se utilizaba en ungüentos y productos de tocador para las damas romanas y en la escritura de libros.
Tras el declive romano se aprecia una época en la que tanto la minería como la agricultura y la ganadería de la zona pierden importancia, aunque no faltan muestras de pobladores visigodos en la zona. Estas tierras van reapareciendo con fuerza durante el dominio árabe, y así podemos encontrar numerosas fortalezas y atalayas al igual que multitud de palabras de este origen, incluido el nombre de hins al madin que derivará en el actual Almadén. Como ejemplo de la dominación de estas tierras nos puede servir el comentario del historiador árabe Al-Edrisi con referencia a la explotación de las minas en esa época en la que hace referencia a que en las minas trabajan más de 1.000 obreros y se alcanzaban profundidades de más de 420 metros (proporciones que son difíciles de creer).
La conquista cristiana de estos territorios hará que las minas pasen por distintos propietarios y arriendos. El más importante comienza en 1521 cuando la mina es arrendada a los banqueros Függer, como parte del contrato que hicieron sobre los Maestrazgos de las Órdenes de Santiago, Calatrava y Alcántara. Éste era el aval de sus adelantos monetarios para financiar la elección imperial y las guerras de Carlos V.
El descubrimiento de América y sus grandes minas de plata darán el gran impulso al consumo de mercurio, motivado por la necesidad de amalgamar en frío la plata extraída según el método de patio desarrollado por el sevillano Bartolomé Medina. Esta necesidad de mercurio trajo consigo un obligado aumento de la producción en la segunda mitad de este siglo y la consiguiente necesidad de mano de obra. Es entonces cuando se decidió incorporar galeotes al trabajo de las minas.
A partir de esta época, las aplicaciones del mercurio empiezan a multiplicarse.
Otro importante contrato que permitió el saneamiento de las arcas españolas fueron los firmados a partir de 1835 con la Banca Rothschild por los cuales esta compañía controlaría la comercialización del mercurio de Almadén hasta 1921 en que de nuevo las minas pasaron a ser explotadas por la Hacienda española. El Estado las ha explotado desde entonces hasta su cierre definitivo en la actualidad por la baja demanda de mercurio en el mundo y no por agotamiento de sus filones tras más de 2.500 años de explotación.
QUE VER EN ALMADÉN
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La construcción de la Plaza de Toros de Almadén está íntimamente vinculada a la del Real Hospital de Mineros de San Rafael
A principios de agosto de 1752, el superintendente de las minas, que por aquel entonces era D. Francisco Javier De Villegas, ante las frecuentes epidemias y la alta mortandad de la población y de los forzados que trabajaban en las minas, propuso la fundación del Real Hospital de Mineros de San Rafael.
Estas epidemias estaban motivadas, entre otras causas, por la falta de viviendas para albergar a los temporeros que trabajaban en las minas. Este hecho provocó la construcción de 24 viviendas que conforman una plaza hexagonal y que tenían una doble finalidad, evitar el hacinamiento de vecinos en las casas de la localidad – 4 o 5 familias por casa – lo que aumentaba el riesgo de epidemias y aportar, con el alquiler de las mismas, dinero para la construcción del Hospital de Mineros
Las 24 viviendas, a su vez, conformaban una plaza para la celebración de festejos taurinos y era lugar de reunión para la población en general, con una capacidad de unas 4.000 personas, dedicándose igualmente los ingresos obtenidos en dichos festejos a la construcción del Real Hospital. Para la ubicación de la plaza de toros o “Plaza Nueva” fue elegido el lugar más llano e idóneo, el sitio de la Cruz de Hierro, en las eras del camino de la Villa Real (actualmente Ciudad Real).
Un motivo más para la construcción de la plaza de toros fue la extensión de las labores mineras hasta la plaza donde hasta la fecha se venían celebrando festejos (actual Plaza de la Constitución). Concretamente existe un torno (pozo de mina) ubicado en lo que hoy son las escaleras de acceso a la Iglesia de San Juan. Por este motivo, el arco situado bajo el Ayuntamiento de Almadén es conocido con el nombre de “el toril”, al ser el lugar en el que se enchiqueraban los toros. Al mismo tiempo, y por igual motivo, la calle Antonio Blázquez es conocida en la localidad con el nombre de “la calle de los toros”, por ser ésta la calle por la que se traían los toros para ser enchiquerados en el toril.
Construida la “Plaza Nueva” se establece la realización de un mínimo de seis festejos anuales, con cinco o seis toros cada uno, con el fin de obtener ingresos para la construcción del hospital.
El superintendente Villegas no esperó a la aprobación por parte de sus superiores para dar comienzo a las obras de la plaza. En un comunicado del 16 de agosto de 1752 informó del inicio de la construcción, a la vez que solicitó permiso para la celebración de los primeros festejos taurinos con el fin de obtener el primer dinero para hacer frente a los créditos concedidos para su construcción por parte de vecinos de la localidad, principalmente oficiales de mina y algunos miembros de la congregación de la Caridad.
Estas peticiones son aprobadas por Real Orden del 28 de agosto de 1752. El 4 de abril de 1753 estaban hechas todas las paredes interiores y exteriores hasta el primer piso con el fin de celebrar los primeros festejos. El alquiler de las casas, destinadas principalmente a temporeros, comenzó a finales de 1753 con solo 8 casas habitadas y en 1755 estaban habitadas más de la mitad y el número de personas que las ocupaba superaba las 200.
Entre 1755 y 1757 las obras se agilizaron por el paro forzoso de obreros a causa del incendio que afectó a las minas y que duró dos años y medio. En este periodo tanto la plaza como el propio hospital –que comenzó a construirse en noviembre de 1755– se beneficiaron del empleo de un mayor número de obreros en un intento de evitar una emigración masiva.
Las obras de la plaza finalizan totalmente en 1765 con un coste superior a los 320.000 reales de vellón. Posiblemente los primeros festejos realizados en la Plaza Nueva son los referidos a octubre de 1752, cuando se lidiaron 21 toros entre los días 19, 21 y 23 de dicho mes a cargo de Pedro Campanero y Pedro Martín Zancudo, siendo el precio del asiento de un real.
Como dato curioso cabe reflejar que el 10 de mayo de 1754 se promulga una Real Orden por la que se prohíbe la celebración de festejos en todo el Reino. Esta disposición pretendía la recuperación de la cabaña ganadera diezmada por la sequía y las epidemias. Esta orden solo afectó parcialmente a Almadén ya que Villegas, argumentando el destino de los ingresos, obtuvo una dispensa para la celebración de festejos. Ese año se lidiaron en Almadén un total de 35 toros por Pedro Campanero, vecino de Ciudad Real, Pedro Martínez Zancudo, vecino de Almagro, y Raimundo Franco de Torres, alias “El Indiano”, vecino de Ciudad Real que rejoneó dos toros a caballo y realizó otras habilidades en los festejos.
Otra curiosidad de la plaza de Almadén es la de contar con toques específicos de clarín, incluido el toque de muerte, hoy día en desuso.
Por la plaza de Almadén pasaron, entre otros muchos, Curro Guillén, Juan León, “Paquiro”, “Cuchares”, “Lagartijo”, “Costillares” y Rafael Bejarano. Cuentan que se cantaba en Córdoba una coplilla, en referencia a estos últimos, que decía:
Arrogante Costillares,
Anda vete al Almadén
Para ver matar bien toros
Al famoso “cordobés”
Las antiguas viviendas se sitúan en dos plantas rodeando el coso, que está formado a su vez por dos galerías en altura, la inferior construida en arquería encalada y la superior por pies derechos, zapatas y tirantes de madera. Finalizada su rehabilitación en el año 2003, hoy día se celebran importantes festejos taurinos y alberga también el Museo Taurino, sala de exposiciones, Oficina de Turismo, restaurante y hotel.
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De la dominación árabe en el siglo XII perdura el testimonio del castillo-fortaleza, construido en lo alto del pueblo, para la defensa del tesoro de sus minas y denominado “Hins-al-madin” o Fuerte de la Mina.
Fue reforzado y ampliado en 1467 por el clavero de la Orden de Calatrava, López de Padilla. En el siglo XVIII fue reparado por fuera y se construyó una torre, con reloj y campanario, siendo el único resto que se conserva hoy en día coronando el muñón de los restos del castillo en cuya base se ve la roca, con vetas del rojo bermellón característico del cinabrio.
En su época de esplendor, la construcción, de mampostería de cal y canto con hiladas de ladrillo entre las que se entremezclan los sillares, ocupaba un amplio espacio de la plaza que la rodea e incluía las casas que la rodean.
Este castillo se incluye en la extensa red de fortificaciones que se extendían por todas las sierras cercanas para servir como lugar de vigilancia y defensa. Tras las últimas obras de rehabilitación, cuenta con un mirador que permite observar una interesante panorámica de la localidad y sus alrededores.
Dirección: Subida al Castillo-Norte, s/n
Horario: visitas con cita previa en la Oficina de Turismo
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A mediados del siglo XVIII, las minas de Almadén se encontraban en una lamentable situación, con una mala organización laboral, huelgas, incendios provocados, disturbios y un largo etcétera de altercados que perjudicaban el normal desarrollo del trabajo e impedían la obtención de buenos resultados económicos. Esta situación se debía, en gran medida, al abandono que habían sufrido durante el arriendo a la familia de banqueros alemanes Fúcar (1525-1645) y a los desaciertos y falta de recursos del Estado a partir de entonces.
La Corona, amparada por los aires innovadores que recorrían Europa, con las ideas ilustradas en auge, y consciente del alto potencial de las minas de Almadén (necesario para la obtención de metales preciosos americanos que iban a parar directamente a las arcas reales), manifiesta su preocupación por la situación de estas minas y así pone en marcha una serie de acciones para mejorar la organización del establecimiento minero. Fruto de estas actuaciones es la afluencia de expertos extranjeros que asesoraron e implantaron modernas técnicas para mejorar la explotación de las minas y la organización del comercio.
Los gobernantes de la época empezaron a preocuparse por la promoción de la enseñanza de la minería y por ello se contrató en 1756 a Carlos Köeler, al que se obligaba a enseñar la minería y la metalurgia del azogue. Su inesperada muerte impidió la creación de la Escuela de Almadén por aquellas fechas, teniendo que esperar hasta el 14 de julio de 1777, fecha del nombramiento por Real Cédula de Enrique Cristóbal Störr como director de la mina, “con la obligación de enseñar a los jóvenes matemáticos, que se remitirán de estos reynos y los de América, para que se destinen e instruyan en la theorica y prácticamente, la Geometría Subterránea y Mineralogía”.
Así, con esta condición que Carlos III impuso a Enrique Cristóbal Störr cuando fue nombrado director de las minas de Almadén, se creó la primera Escuela de Minería en España y la cuarta del mundo, tras las de Freiberg (Alemania, 1767), Schemitzz (Eslovaquia, 1770) y San Petersburgo (Rusia, 1772).
Enrique Cristóbal Störr era un ingeniero subterráneo de las minas, procedente de Alemania, que ejerció interinamente el cargo de director desde el fallecimiento de Köeler, ocurrido en 1757. Fue nombrado director como premio a sus servicios, después de contribuir a la extinción del devastador incendio de 1755 que duró dos años y medio, restablecer el laboreo de las minas tras el mismo y fomentar la producción del azogue.
Una vez fundada la academia era necesario encontrar acomodo tanto para la enseñanza teórica como para alojar a los alumnos, pensionados a costa de la Real Hacienda. En un principio se dispuso el alojamiento en una casa arrendada al tesorero de las minas, impartiéndose las clases en la residencia del propio director Störr. Ante la incomodidad de la situación, una Real Orden de 1781 dispone la construcción de un inmueble adecuado a tal fin que será inaugurado a finales de 1785. En un primer momento se concibió la idea de construir dos edificios, uno propiamente para la academia y otro como residencia de alumnos, pero no se llevó a cabo porque se optó por la idea de construir un único edificio para las dos funciones.
Los alumnos, a los que se denominaba jóvenes profesores de matemáticas o jóvenes matemáticos debido a que se les exigía formación previa en esta materia como requisito para su ingreso, debían asistir a clase diariamente en traje académico y realizar las prácticas en la mina. Las asignaturas impartidas inicialmente eran geometría subterránea, física, química, mineralogía y dibujo. El régimen de enseñanza era similar al de los ingenieros militares, de ahí que durante su formación obtuvieran el rango de cadetes de un regimiento de América y como tales fueran uniformados.
La institución acogió alumnos de distintos puntos de la geometría española interesados por las técnicas mineras. Sus aulas vieron pasar personalidades de la talla de Fausto d’Elhuyar, en la nómina de profesores (descubridor del wolframio) y Andrés Manuel del Río, alumno investigador al que se debe el hallazgo del vanadio.
La existencia fue lánguida durante algunos años, enturbiada e interrumpida durante la Guerra de la Independencia y el centro no recuperó su vitalidad hasta entrado el siglo XIX, en el que se logró establecer modificaciones en el plan de estudios así como en el régimen de admisión.
En 1835 la Academia de Minas es trasladada a Madrid, donde se funda la Escuela Especial de Ingenieros de Minas. La escuela primitiva perdió su función original, convirtiéndose en Escuela Práctica de Minería, pasando a ser la primera Escuela de Capataces de Minas del país. Diferentes reglamentos dieron la pauta a esta nueva titulación a la que sucederán las de Facultativo, Capataz, Perito e Ingeniero Técnico de Minas.
Hasta el año 1973, momento del traslado al nuevo inmueble de la actual Escuela de Ingeniería Minera e Industrial de Almadén, el edificio de la Academia albergó estas enseñanzas y constituyó una verdadera fuente de técnicos de la minería. Posteriormente mantuvo otros usos como el de vivienda del administrador de las minas, guardería infantil o albergue de transeúntes.
Se trata de un edificio de planta rectangular con el lado mayor en su fachada. En la parte posterior tiene un amplio patio ajardinado. Tiene dos plantas a la calle y dos sótanos en su parte posterior debido al desnivel del terreno. Su máximo interés radica en la fachada y en concreto en la portada y balcón superior con un escudo en el remate. Salvo su portada, que es de piedra, el resto está enfoscado y con dibujos de almohadillado.
Dirección: C/ Mayor de San Juan, 72
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La mina de Almadén, que ha estado en activo 2.000 años, es el mayor yacimiento de mercurio conocido hasta la fecha, del que se ha extraído la tercera parte del mercurio consumido por la humanidad. En 2002 se cesó su explotación, aunque todavía hay una gran reserva de cinabrio en su interior que no ha sido extraído.
El Parque Minero de Almadén propone un fascinante recorrido por las entrañas de la tierra donde visitar el interior de una de las minas más antiguas del mundo, así como sus instalaciones dentro del Cerco de San Teodoro y el Cerco de Buitrones.
Una aventura única, que descubre las condiciones en las que vivían los condenados a galeras en las minas. La estructura conserva las huellas del oleaje marino a 300 km del mar actual y es un fiel reflejo de los usos del mercurio y de cómo una mina ha influido en el devenir de España y del mundo.
En el centro de recepción de visitantes se puede hacer una visita virtual a los cercos mineros y al interior de toda la mina de Almadén, apreciando los distintos tipos de estratificación a través del sistema de galerías y pozos desde la Edad Antigua hasta nuestros días.
En el Centro de Interpretación de la Minería, dentro de un antiguo edificio de compresores que data de la década de 1920, se pueden conocer los diferentes sistemas de explotación utilizados en la mina durante los últimos quince siglos.
Al adentrarnos a la mina interior, haremos un recorrido por la mina explotada en los s. XVI y XVII, bajando en una jaula de mina por el pozo de San Teodoro hasta la primera planta (50 metros de profundidad). Aquí podremos contemplar la Galería de Forzados, el Pozo y el Baritel de San Andrés, el Pozo de San Aquilino, el Plan de San Julián, la Ermita de la Virgen de la Mina…
Impresiona, por su forma y expresión especial, el malacate de San Andrés, una instalación de principios del s. XVIII que tenía como objetivo extraer el mineral a través del pozo del mismo nombre. Se trata de un torno vertical anclado en el hueco excavado para ello, alrededor del cual se arrolla una soga o maroma. El tambor se desplazaba movido por caballerías y los cables pasaban por unas poleas y suspendían las soleras con mineral. El baritel es el espacio excavado en la roca y recubierto por una cúpula de ladrillo y piedra.
En el conjunto histórico minero-metalúrgico de exterior podemos ver los Hornos de Aludeles o Bustamante (1720). Éstos consistían en un gran depósito sobre el que se colocaba el cinabrio, descansando sobre una red, debajo del cual estaba el combustible. El vapor de mercurio producido por la tostación pasaba por unos orificios en la pared del vaso a una camarilla de la que salían por una serie de caños de barro enchufados (aludeles) hasta una reguera donde era fácilmente recogido. Podremos ver los únicos aludeles conservados en perfecto estado de los 16 pares utilizados entre 1646 y 1928. Están declarados Bien de Interés Cultural desde 1994.
También podemos ver, en el Cerco de Buitrones, los Hornos de Tejera y Hornos Berrens. Los primeros servían para cocer aludeles para los Hornos de Bustamante y los segundos, descubiertos en el verano de 2008, se encuentran a nivel arqueológico y fueron un proyecto frustrado de hornos para la destilación del azogue durante el s. XVII.
En el antiguo Almacén de Mercurio, construido en 1941 para la protección del azogue en una fecha conflictiva en la Guerra Civil Española y la II Guerra Mundial, se puede visitar el Museo del Mercurio. En él hay salas dedicadas a la geología y la paleontología de la zona, las ciencias del mercurio con experimentos interactivos de física y química del mercurio, la historia de la metalurgia de este metal y la sala de pesaje y envasado. Además, en el sótano podemos conocer la historia de las minas y del transporte del mercurio desde Almadén a las atarazanas de Sevilla para llevarlo después hasta América.
Además de los anteriores, también podemos visitar dentro del Parque Minero, los Hornos Pacific, la chimenea de los Hornos Cermax-Spirek, la fragua y los talleres de ajuste y carpintería, antiguas oficinas, restos arqueológicos de la antigua central eléctrica, la antigua hospedería, el castillete de San Aquilino…
Dirección: Cerco San Teodoro, s/n
Horario de invierno (octubre-abril): martes a domingo de 10.00 a 14.00 y de 16.30 a 19.30 h.
Horario de verano (mayo-septiembre): martes a domingo de 10.00 a 14.00 y de 15.30 a 18.30 h.
Precio entrada: 13 € (tarifas especiales para niños, mayores de 65 años y grupos)
Teléfono: 926 265 000
Web: www.parqueminerodealmaden.es
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Existe una muralla que encierra los cercos de San Teodoro y el de Buitrones, realizada en mampostería de piedra y ladrillo. Esta muralla tiene dos puertas, la antigua Puerta de Carros y la de Carlos IV.
Construida en 1795, durante el reinado de Carlos IV, es la entrada monumental al denominado cerco de Buitrones. Se trata de uno de los mejores ejemplos de arquitectura neoclásica de Castilla-La Mancha, que ejemplificaba con su prestancia el importante producto que se obtenía en el interior de los muros.
Se encuentra adosada en integrada en la muralla de mampostería que limita el área de metalurgia de la mina. La estructura está realizada casi completamente en ladrillo, con dos fachadas muy semejantes pero con alguna diferencia en los detalles. La fachada exterior tiene en el centro un gran arco escarzano con imposta y clave remarcada, flanqueado por dos pares de pilastras y columnas de orden toscano sobre pilastras. El conjunto se remata con un frontón en el que destaca el gran escudo real del centro del tímpano. Es uno de los pocos elementos realizados en un material, piedra caliza, diferente al ladrillo.
Más abajo, encontramos la Puerta de Carros, construida en el siglo XVII, era la puerta principal del cerco de Buitrones hasta que se construyó la Puerta de Carlos IV. Desde entonces quedó tapiada con piedra e incorporada a la muralla. Se trata de una estructura muy sencilla realizada con cajas de mampostería entre contrafuertes y tongadas de regularización de ladrillo. El vano se soluciona con un arco escarzano abocinado, con tejadillo a cuatro aguas.
En la actualidad, la Puerta de Carros está restaurada, así como un tramo del camino que parte de ella camino a Sevilla, por donde se enviaba a América la producción de las minas de Almadén.
Declarada Bien de Interés Cultural en 1992.
Dirección: Calle de los Mineros, 74
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Los escritos atestiguan que en 1525 ya estaba en funcionamiento la primera Cárcel de Almadén, una prisión para presos comunes pero sobre todo para presos forzados de la Corona, gitanos y esclavos.
Desde 1559, la falta de mano de obra en las minas de azogue para mantener el volumen de producción necesaria concertada en los arriendos entre la Corona y los Függer comienza a suplirse con reos condenados a trabajos forzados, esclavos comprados por los administradores o enviados allí por sus dueños para su “corrección” y gitanos que eran acusados de ladrones sin haber cometido delito alguno.
Los forzados, también conocidos como galeotes, tenían que cumplir pena temporal o perpetua, aunque la mayoría de ellos no vivían lo suficiente para alcanzar la libertad después de cumplida la condena, ya que se les encargaban los trabajos más duros.
La cárcel antigua, situada en una casa junto al a Mina del Pozo, albergaba entre 30 y 80 forzados, así como igual número de esclavos. En 1644 fue construida una galería que comunicaba la cárcel con la mina, con la que se pretendía evitar las posibles fugas, pues los presos pasaban a la mina desde la cárcel sin salir al exterior. A esta galería la llamaba “crujía”, que era el paso que había en las galeras y comunicaba el barco de popa a proa, de ahí que la cárcel fuera conocida con el mismo nombre.
Ante la necesidad de mano de obra y la falta de espacio para albergar a los forzados en La Crujía, en 1754 fue construida la Real Cárcel de Forzados por el ingeniero Silvestre Abarca. El edificio constaba de dos plantas con un gran patio en el centro, todo ello rodeado de una gran muralla. En la primera planta estaban las dependencias del personal y en la segunda las celdas de los presos. Tenía capilla y baptisterio, enfermería, botiquín y dos salas para enfermos.
El trabajo de forzados se mantuvo hasta 1799, cuando después de más de doscientos cincuenta años, el Rey suprimió la pena de minas. Las razones para esta abolición fueron que no existían trabajos que pudieran fiarse a los forzados, ya que desde el incendio de la mina de 1755 atribuido a ellos, estaban excluidos de las tareas interiores de la mina. En 1800 fue desmantelado el presidio y trasladados sus ocupantes al de Ceuta.
Después de esto, estas instalaciones fueron utilizadas durante el s. XIX como Cárcel Provincial, pasando por un periodo en el que se utilizó como campo de concentración (1939-1941), seguido de otro en el que fue utilizada como silo-almacén de trigo del Servicio Nacional de Cereales (1941-1969). Finalmente, la Real Cárcel de Forzados fue demolida en 1969 y en el solar que quedó se construyó la actual Escuela de Ingeniería Minera e Industrial de Almadén.
En la actualidad se conservan parcialmente los sótanos del inmueble, que han sido recuperados e integrados en el edificio de la Escuela Universitaria de Almadén. El bien arqueológico está constituido por un pasillo central con celdas a los lados, conservándose los muros hasta una altura de dos metros. Son enteramente de piedra, tanto muro como suelo. También existe una galería de recogida de aguas en el perímetro lindante con el monte.
Dirección: Pza. de Manuel Meca, 1
Precio entrada: gratuita
Teléfono: 926 264 007
HOSPITAL DE MINEROS DE SAN RAFAEL
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La caída en la producción de las minas de Huancavélica en la segunda mitad del siglo XVIII obligó a las Minas de Almadén a intensificar su producción para abastecer a las colonias americanas. Esto elevó la demanda de mano de obra, principalmente presos forzados, esclavos y trabajadores temporeros venidos de fuera. Este aumento de la producción hizo crecer el número de trabajadores enfermos, lo que, unido a epidemias provocadas por el hacinamiento de los habitantes en las casas de la localidad, trajo consigo una importante pérdida de mano de obra.
Estas circunstancias convencieron al superintendente Francisco Javier de Villegas de la necesidad de construir un hospital para atender a los trabajadores de las minas y sus familias. El proyecto consistía en la construcción de 24 viviendas dispuestas en forma hexagonal delimitando una plaza de toros en su interior. Con los ingresos obtenidos por el arrendamiento de los inmuebles y los beneficios obtenidos por los festejos taurinos se financiaría en parte el nuevo hospital. Además, la construcción de estas casas serviría para paliar la falta de viviendas y así frenar el avance de las epidemias.
Así, las obras del edificio comenzaron en 1755, reinando Fernando VI y siendo superintendente Francisco Javier de Villegas, y terminaron en 1773 bajo el reinado de Carlos III y siendo superintendente Diego Luis Gijón y Pacheco, como rezan los escudos de la fachada principal.
A pesar de no estar totalmente concluido, el hospital entró en funcionamiento en marzo de 1774 cuando, a instancias del médico José Parés y Franqués, se trasladaron los enfermos desde el Hospital de la Caridad o de la Villa a las nuevas salas del Real Hospital de Mineros dotado con cuarenta camas separadas en salas para hombres y mujeres. La media anual de ingresos en estos primeros años superó los 800 individuos y la de consultas anuales se estima en 14.000. Esta es una época de gran actividad, lo que se traduce en una etapa de crecimiento demográfico debido principalmente a la venida de forasteros. Almadén llegó a alcanzar los 4.000 habitantes por estos años.
Desde su entrada en funcionamiento, el edificio fue sufriendo una serie de modificaciones en su estructura. Las primeras fueron la construcción de una casa para el capellán y un cuarto para locos. Siguieron obras de desagüe, cocina, pozo, lavadero y corral, así como la ampliación del cementerio del hospital. En 1794 se habilita una sala para presos y un calabozo.
Todas estas obras, unidas al elevado número de enfermos y la disminución de las rentas, principalmente procedentes de los excedentes de madera, ya que la fortificación de la mina, cada vez más profunda, consumía todas las existencias, provocó una crisis financiera que se resolvió mediante la participación de las minas en la financiación del hospital y mediante la aplicación del producto de las hierbas y diezmos en la Dehesa de Castilseras, anexionada a las minas en 1780.
Los primeros años del siglo XIX marcaron el inicio de la recesión del funcionamiento del hospital, debido a esta pérdida de autonomía financiera y a la progresiva dependencia de los presupuestos de la minas en un momento de dificultad para la Hacienda Pública, extenuada por la Guerra de la Independencia, las campañas militares contra los carlistas y la pérdida de las colonias americanas. Los ingresos propios del hospital se vieron reducidos a las rentas procedentes del alquiler de los inmuebles de la plaza de toros, la venta de medicinas, el cobro de la hospitalización de vecinos y la venta de aguardiente. Este descenso de los recursos financieros hizo que se adoptasen medidas destinadas a contener el gasto hospitalario, como el endurecimiento de las condiciones exigidas para ser hospitalizado y la extensión de la asistencia médica domiciliaria.
A mediados del siglo XIX el excedente de mano de obra del establecimiento minero debido al incremento de la población, al aumento de la productividad en las labores mineras gracias a la implantación del método Larrañaga y a los cambios en el mercado internacional del azogue tras la independencia de las colonias americanas, y la irrupción en el mercado de otras minas tuvo importantes repercusiones en la organización laboral. Este exceso de mano de obra se tradujo en la implantación del sistema de “reparto de jornales” cuyo resultado fue el descenso de los niveles de exposición al ambiente tóxico y, en consecuencia, una disminución de las enfermedades profesionales. Además, en esta época se instauró un procedimiento para la curación de los casos de hidrargirismo menos graves. Ambos factores, unidos al rechazo que provocaban las deficientes instalaciones del hospital, hicieron que disminuyese la demanda de ingresos, convirtiéndose en un asilo para enfermos crónicos.
En 1904 se incorpora personal religioso al hospital y las Hermanas de la Caridad asumieron las funciones de mantenimiento, preparación de alimentos, lavaderos y cuidados básicos a los enfermos.
La falta de recursos financieros impedía abordar las reformas necesarias que incluso sugerían los propios facultativos de las minas. Es a partir de la constitución del Consejo de Administración de Minas de Almadén en 1918 cuando se plantea la renovación de los servicios sanitarios, encargándose el proyecto al doctor Guillermo Sánchez Martín, jefe médico de la mina. En 1925 dictó una serie de normas para combatir el hidrargirismo: “Debe suprimirse en absoluto la mala costumbre de comer en los lugares de trabajo y bajar a la mina recién comido. Tener fuerza de voluntad suficiente para no fumar en la mina, evitando el riesgo de llevar a los labios vesículas de azogue. El hatillo ha de ser de uso necesario, pues no es posible el aseo del cuero, al terminar el trabajo, si se conserva la misma ropa impregnada de sudor, polvo o barro. Al terminar cada jornada hacerse una limpieza meticulosa de cabeza, manos y pies, y lo más perfecta posible del resto del cuerpo. El cuidado de la boca merece atención especial con un lavado diario y acudiendo al dentista para que desprenda el sarro de los dientes y empaste los careados. Disponer el dormitorio en la habitación más soleada de la casa y habituarse a dormir en todo tiempo con la ventana abierta. Ser ordenado y moderado en el comer y parco en el beber”.
El doctor concluía: “En este plan de buen vivir, conservará piel, riñón y pulmón sanos, y seguro de sus energías, será feliz al reproducirse en hijos vigorosos, futuros mineros de un Almadén siempre próspero, para ello conservado”.
Como el mercurio se elimina en buena parte por la sudoración, había también en el hospital una habitación cuyas paredes tenían potentes lámparas y cuyo suelo era de arena. En “la playa”, como la llamaban los mineros, éstos daban vueltas siguiendo un círculo marcado en el suelo mientras exudaban el mercurio gracias a la elevada temperatura de la habitación. También se usaba un cajón de madera dotado de numerosas lámparas en el que se colocaba sentado el enfermo a fin de provocar sudoración. Estos dispositivos fueron sustituidos hacia 1980 por una moderna sauna. Es en este año cuando se abandona el edificio pasando la atención médica al recinto minero.
Desde su rehabilitación en 2004, alberga en su interior el Archivo Histórico de Minas de Almadén –con más de 100.000 expedientes ya catalogados y una extensa colección de planos desde el s. XVIII hasta nuestros días–, la sede de la Fundación Almadén, el Museo del Minero, el Museo Hospitalario y otras salas de exposición que permiten conocer la vida y costumbres de la población de Almadén y su comarca.
Dirección: Plaza Doctor López de Haro, 1
Horario de invierno (octubre-abril): martes a domingo de 10.00 a 14.00 y de 16.30 a 19.30 h.
Horario de verano (mayo-septiembre): martes a domingo de 10.00 a 14.00 y de 15.30 a 18.30 h.
Precio entrada: 3 € (se puede adquirir la entrada combinada Parque Minero + Hospital de Mineros)
Teléfono: 926 264 520
Situado en el interior de la Plaza de Toros, este museo nos permite conocer los cosos taurinos más antiguos y reconocidos del mundo. No sólo se conocerá el origen e historia de la Plaza de Toros de Almadén, levantada a mediados del s. XVIII, sino también sus detalles constructivos, el empleo de cabios y barro o la arquería empleada por los maestros alarifes que la construyeron.
Gracias a paneles interpretativos y audiovisuales se hace un repaso a la tauromaquia a nivel general, desde sus orígenes a la actualidad, con la muestra de fotografías, trajes y útiles empleados en las distintas suertes taurinas. Lugar destacado en el museo lo ocupa la historia de la tauromaquia local, representada por toreros como Rafael Martín “El Zorro”, Teodoro Muñoz y Pedro Velázquez.
Dirección: Plaza Waldo Ferrer, 23
MONUMENTO AL MINERO
Obra escultórica que homenajea a todos los mineros de Almadén y comarca, elegida por suscripción popular y realizada por el almadenense Leovigildo Gallardo Blanco.
El Monumento al Minero representa la historia de más de dos mil años, el trabajo duro y sacrificado del minero y la historia de un pueblo; la rebeldía contra la explotación del hombre por un salario mísero y el testimonio de una comarca que solidariamente consiguió los objetivos que se proponía.
Fue inaugurado, con un emotivo acto, el 7 de septiembre de 1996, víspera a la festividad de la Virgen de la Mina.
Dirección: Pza. de Waldo Ferrer
IGLESIA PARROQUIAL NTRA. SRA. DE LA ESTRELLA
En 1747, la primitiva ermita de nuestro Padre Jesús Nazareno fue ampliada y convertida en iglesia gracias a las limosnas de los mineros, pasando en ese momento a estar bajo la advocación de Nuestra Señora de la Estrella.
Su portada principal, de estilo renacentista, se ordena en dos cuerpos, el inferior con puerta de acceso flanqueado por dos columnas pareadas sobre plinton, y el superior, concluido tras la Guerra Civil española, que consta de vano central rematado en frontón triangular. Todo ello está coronado por una cornisa con canecillos de la que sobresale la espadaña levantada sobre la bóveda linterna. En 1885 el Ayuntamiento construyó sobre la espadaña una torre-reloj con remate en hierro.
El interior es de planta de cruz latina con capillas laterales. El retablo principal está dedicado a la veneración de la imagen de Jesús Nazareno, una copia realizada por el conquense Luis Marcos Pérez de la imagen que ardió en 1955. Otras imágenes destacadas son la Virgen de la Dolores, muy venerada en Almadén, y el Cristo de la Fuensanta del siglo XVI y la más antigua del templo.
A los pies, un cuadro semicircular barroco en el que vemos un Cristo que nos recuerda a la figura central de la Fragua de Vulcano y que podría ser obra del artista local Juan Martín Cabezalero.
Dirección: Plaza de Jesús, s/n
Horario: de lunes a domingo por la mañana
La hoy en día ermita dedicada a la Virgen de Fátima fue conocida anteriormente como Ermita de Santa Ana y, antes de ello, como Ermita del Cristo de la Fuensanta. A lo largo del tiempo, por tanto, la ermita ha sufrido innumerables transformaciones.
Con planta de cruz griega, en la actualidad consta de dos capillas laterales y destaca en la fachada su portada central de ladrillo de tejera rematada en frontón triangular y espadaña.
Es un lugar de gran devoción y peregrinaje para las gentes de la localidad.
Dirección: Av. Ramón y Cajal, 129
Horario: de lunes a domingo durante todo el día
Pequeña iglesia situada en la Plaza de la Constitución, se construyó como Capellanía de San Juan de las minas de Almadén en el siglo XVIII.
Tiene planta de cruz griega, destacando en su fachada el mampuesto visto y su portada en piedra. Posee un pequeño campanario y, por debajo de éste, vemos hoy un rosetón en el espacio que antiguamente era ocupado por un reloj.
En el interior, su escalera de caracol da acceso al coro. Destaca el Cristo de los Mineros situado en el altar mayor.
Dirección: Plaza de la Constitución, s/n
Exposición de restos arqueológicos que nos permite conocer, conservar y difundir la historia de Almadén, desde los primeros pobladores de estas tierras en época del Calcolítico Superior (año 3500 a.C.) hasta nuestros días, pasando por épocas romanas, visigodas, árabes, etc. Podemos ver fragmentos de vasijas, antiguas monedas o utensilios de la Edad de Bronce.
Además, se exponen elementos que muestran el amplio y variado patrimonio vinculado a la tradición, usos y costumbres, reflejando la vida cotidiana tanto en el hogar como en las labores mineras, agrícolas o artesanales.
Dirección: Av. del Norte, 45
Situada en el casco antiguo, fue construida por La Orden de Los Dominicos en los albores de la primera Inquisición y posteriormente fue utilizada como residencia de los representantes de la familia Függer (Fúcares) mientras tuvieron arrendada la mina (1521-1646).
La fachada mantiene una interesante portada en piedra, con dintel acusado en cornisa. Flanqueando el escudo central sobresalen una espada y una palma, representando el poder político y religioso. A ambos lados, dos perros con sendas antorchas hacen referencia a la orden de los monjes dominicos (Dominnis canis).
En la actualidad, y después de una muy esmerada restauración, se ha convertido en un pequeño hotel con mucho encanto.
Dirección: Mayor de San Juan, 75
Sólo es visitable el exterior
REAL PALACIO DE LA SUPERINTENDENCIA
Se encuentra situada junto a la iglesia de San Sebastián, era la casa destinada a vivienda de los superintendentes y como oficinas de contabilidad y pago. Su ubicación junto a la mina permitía al superintendente un control mayor de los trabajos.
Data del s. XVIII, es de estilo barroco y solo queda el cerramiento y parte de la puerta principal, de piedra formada por doble pilastra y dintel con triglifos y metopas En su interior se ha creado un pequeño parque, habiendo desaparecido el resto de la casa por completo.
Dirección: Plaza de los Donantes de Sangre, s/n
IGLESIA PARROQUIAL DE SAN SEBASTIÁN
Es una de las iglesias más antiguas de la localidad. Construida en el s. XVIII, fue derruida casi en su totalidad a principios del siglo XIX y reconstruida con unas dimensiones más pequeñas.
En sus orígenes, allá por el siglo XVIII la actual Iglesia de San Sebastián era la iglesia parroquial de Almadén, llamada parroquia de Nuestra Señora de la Estrella, a la que se accedía desde el Cerco de San Teodoro.
Las semejanzas de la primitiva iglesia con lo que vemos hoy en día son escasas. Su portada, orientada al Sur, era triangular sin espadaña y en la parte opuesta estaba el campanario y posiblemente el altar. Hoy en día vemos, desde el Parque Minero, una mayor profusión de ladrillo y menos de mampostería en esta fachada. Según planos y dibujos antiguos, era de una sola nave y con importantes contrafuertes para dar estabilidad a la construcción y que podrían haber sido capillas.
En 1810 el ejército francés saqueó e incendió varios edificios de Almadén, entre los que estuvo esta iglesia que quedó totalmente destruida. En este momento, se decidió cambiar la sede parroquial a la actual Iglesia de Ntra. Sra. de la Estrella y que anteriormente era conocida como ermita de Ntro. Padre Jesús.
En su reconstrucción, unos años más tarde, se añadió la espadaña de ladrillo que podemos contemplar hoy en día y se cambió el acceso al templo del lado oeste al este. Durante el siglo XX se realizaron más reformas en la iglesia, dividiendo toda la nave en dos alturas y utilizándose la parte inferior como almacén de pasos procesionales y la de arriba como comedor social y almacén de grano.
Actualmente presenta planta rectangular con cabecera circular, construida de mampostería con verdugadas de ladrillo y sillares en las esquinas. Destaca su actual portada principal con arco de medio punto rematado por frontón circular. Destaca en su interior una curiosa escalera de caracol realizada en madera de encina.
Actualmente está cerrada al culto.
Dirección: Plaza de los Donantes de Sangre, s/n
MUSEO HISTÓRICO-MINERO FRANCISCO HOLGADO
Situado en el interior de la actual Escuela de Ingeniería Minera e Industrial de Almadén, este museo fue creado en 1988 como fruto de la iniciativa de un grupo de aficionados a la mineralogía, tanto profesores como particulares, que donaron las primeras piezas. En él se exponen interesantes e incontables colecciones de minerales, rocas y fósiles.
Además se hace un interesante repaso por la historia de la minería de la comarca y la Academia de Minas, mostrándose útiles e instrumentos empleados por los alumnos de la misma para el aprendizaje de las distintas materias.
En el patio central de la Escuela hay un conjunto de arqueología industrial de gran belleza e interés, constituido por un castillete minero (procedente de Mina Diógenes), vagonetas, raíles, cuadros metálicos y el primer molino harinero eléctrico que existió en la localidad.
Dirección: Pza. de Manuel Meca, 1
Precio entrada: gratuita
Teléfono: 926 264 007
DEHESA DE LAS CASTILSERAS
Al igual que la naturaleza fue generosa con Almadén cuando creó en sus entrañas el mayor yacimiento de mercurio conocido, también lo fue en el exterior, dotando a la zona de un paisaje y un entorno únicos que no dejan indiferente al visitante. Sus campos y colinas son admirados por todo aquel que decide conocer la comarca. Parte de este encanto radica en una impresionante finca situada al sur de Almadén llamada Dehesa de Castilseras.
La Dehesa de Castilseras está en los términos municipales de Almadén, Alamillo y Almadenejos, pertenecientes a la provincia de Ciudad Real y su finca tiene una superficie de 9.000 ha subdivididas en 23 quintos “bajo una sola linde”.
Pertenece a Minas de Almadén y Arrayanes S.A. Así se desprende de la Ley 38/1981, de 9 de octubre, que dispone la transformación del organismo autónomo Consejo de Administración de Minas de Almadén y Arrayanes en sociedad estatada, además de señalar como uno de sus fines el objeto social de la misma, la puesta en explotación agrícola, ganadera y forestal de la Dehesa de Castilseras dentro del plan de reconversión económica y social de la Comarca de Almadén (PRECA); a cuyo efecto, la disposición transitoria de dicha Ley dispone que, por el Ministerio de Hacienda, se adapte el reglamento vigente a la consecución del indicado propósito legal. Esta disposición se completa con la orden de 29 de abril de 1982 del Ministerio de Hacienda, por la que se aprueba el reglamento que ha de regir el futuro de la explotación de la Dehesa de Castilseras.
En síntesis, Castilseras, inicialmente como dehesa y después como encomienda de la Orden de Calatrava -especialmente desde el siglo XVI-, estaba consignada a las minas de Almadén. Primero para dotar a dichas minas de la leña y madera necesarias, segundo para que los carreteros que llevaban el azogue a Sevilla cortaran la madera que necesitaran para el reparo de sus aperos y para que pastasen sus bueyes y, tercero, para pastar igualmente en ella los bueyes de la Real Factoría de Carretas de Almadén. Todo ello se constituyó como una carga impuesta a la encomienda.
La finca ha sido explotada hasta el citado Reglamento de 1982 bajo una Real Orden de 30 de mayo de 1913 que establecía una utilización atomizada de las tierras, tanto en su vertiente agrícola, como en la faceta de su aprovechamiento ganadero. Este planteamiento tenía como fundamento básico la mejora de condiciones de sanidad para el minero, una vez más la finca supeditada a las necesidades de la mina y por tanto de la villa de Almadén.
Dividida la tierra cultivable en tres hojas, y éstas a su vez en “quintos”, cada año era sembrada de cereal una de ellas, que subdividida aproximadamente en 2.500 suertes de labor (1 suerte = 0.8 Ha) se repartía entre los mineros para su cultivo. Otra de las hojas se dedicaba a barbecho, es decir, ese año no se sembraba, sino que se araba para que la tierra descansara. La explotación ganadera de sus pastos se desarrollaba en la hoja restante y se basaba en el arriendo de temporada a ganaderos de la zona de los pastos y rastrojeras.
La evolución histórica de la dehesa de Castilseras es un caso de interés por la peculiaridad de su proceso histórico, que arrancando en la Edad Media, se desenvuelve de forma casi única en los siglos siguientes, hasta el XVIII, pasando sucesivamente por situaciones diferentes que inciden especialmente en el estudio del ámbito confuso en el que durante siglos se movió el patrimonio de la Iglesia y el patrimonio de la Corona y el sucesivo traspaso de bienes entre uno y otro mediante donaciones e incorporaciones.
En los arrendamientos hechos para explotación de las minas de Almadén se estipulaba la facultad de cortar toda la leña que quisiera en los montes y dehesas de la Orden de Calatrava, entre ellas en la Dehesa de Castilseras. Sin embargo fue a principios del siglo XV, en 1404, cuando se constituyó la encomienda de Castilseras a favor de la Orden de Calatrava, y es en este momento cuando se cita en las bulas papales y otros documentos a los comendadores de Castilseras.
La dehesa siempre estuvo supeditada a las necesidades de la villa de Almadén, según consta en la carta puebla de ésta, de 1417, situación de indefinición que provocó a finales del siglo XV que la Orden promoviera pleito sobre si la jurisdicción de la dehesa pertenecía a la villa de Almadén, sentenciando la Real Chancillería de Granada a favor de la Orden dando carta ejecutoria en tal sentido el 14 de febrero de 1495. Esto no impide que por Real cédula de 9 de abril de 1557 se autorice al administrador de las minas que nombre guarda en Castilseras y que se solicite al rey la declaración de la dehesa como aneja a la fábrica de las minas.
La explotación de la dehesa se mantuvo mediante el sistema de arrendamiento, siempre anexa a la mina, pasando a manos de comerciantes genoveses y posteriormente a los Fugger. Puede decirse que las exigencias de explotación minera terminaron inclinando la explotación de la dehesa hacia las necesidades de la población de Almadén, de la mina y el transporte del azogue.
En el mes de junio de 1778, D. Gaspar Soler, gobernador de la Villa de Almadén superintendente y administrador general de sus Reales Fabricas y Minas dirigió un escrito al Excelentísimo Sr. Josef de Gálvez, secretario de Estado de S. M., haciendo presente la falta de trabajadores para el servicio de las minas y proponiendo para su aumento, por único medio, la extensión del termino de esta villa, agregándole todo el de la Encomienda de Castilseras.
Argumentaba el Sr. Soler, el retraso que había en la producción de Azogue: “la causa y orden de este retraso que se experimenta todos los años sin esperanza de aumentar el numero de trabajadores, consiste en lo muy reducido de este pueblo y su vecindario, que nunca podrá tomar aumento por lo muy limitado de este territorio y éste, estéril, montuoso e incapaz de dar fomento a sus vecinos en los frutos del campo que gozan los demás lugares del Reino... Solo podrá convalecer esta villa de Almadén y lugares de su jurisdicción, y aumentarse su vecindario, si la piedad de S. M. se dignase concederle la extensión de su termino y territorio agregándola el de la Encomienda de Castilseras, que se halla vacante por fallecimiento de su ultimo poseedor, Marqués de Gracia Real”.
Sensibilizado el Rey Carlos con esta propuesta del superintendente de las minas y gobernador de Almadén y dada la importancia del incremento de población para el aumento de la producción de Azogue tan necesario para continuar el beneficio de los metales de oro y plata en ambas Américas, resolvió se impetrase Breve del Santísimo Padre Pío VI, quien atendiendo a las justas causas y motivos, fue servido expedirle el 11 de agosto de 1778, comisionando a su Nuncio Apostólico en la Corte Arzobispo de Sebaste, para su cumplimiento.
Del contenido del Breve, es de destacar la voluntad Papal… “Yo, atendiendo a las súplicas del Católico Rey Carlos; con toda nuestra autoridad, y en nuestro buen deseo de remediar cuantas necesidades nos ha expuesto, de nuestro propio motivo, de ciencia propia, y después de deliberado examen, con la plenitud de la potestad apostólica, unimos e incorporamos y anexamos la Encomienda de Castilseras, que pertenecía a la Orden militar de Calatrava, con todo su territorio jurisdiccional, con su bienes, frutos, presentes y futuros, con todos su derechos y acciones, a la Cámara del Rey, o Erario del Rey de las Españas; de tal manera que en lo sucesivo, esté y deba estar unida a el ya dicho Erario.
También queremos y por el tenor de las presentes declaramos suprimida y extinguida la predicha Preceptoria o Encomienda. Las presentes letras han de ser siempre y en todo tiempo firmes y eficaces y han de surtir y tener efectos íntegros y plenarios, no solo para aquellos que el presente atañe sino que en lo sucesivo pueda atañer y se han de observar inviolablemente por cualquiera que sean los Jueces ordinarios y Delegados, así como también por los Auditores de causa del Palacio Apostólico y por los Nuncios de la Sede Apostólica, así como cualquiera que fuera su facultad de juzgar y de interpretar, juzgare o definiere o se la ocurriese interpuestas sabiéndolo o ignorándolo nulo y sin ningún valor, por estas letras sea abrogado o desechado tal juicio... Dado en Roma, junto a Sta. María la Mayor, bajo el anillo del Pescador. Día 11 de Agosto de 1778. Año cuarto de nuestro Pontificado.”
A partir de esta cesión, Almadén dispuso de determinados privilegios en la Dehesa de Castilseras. A lo largo del tiempo se ubicó un vivero con agua abundante donde se plantaban gran cantidad de árboles y plantas de varios tipos que servían para reforestar la propia dehesa y la población de Almadén.
En los alrededores de este vivero se construyeron casas en los años cuarenta para disfrute y saneamiento de los mineros más afectados por la silicosis y el hidrargirismo, y para los hijos de los mineros que por pertenecer a la escuela Hijos de Obreros los llevaban en el verano a disfrutar una temporada de la naturaleza.
En la década de los 90 este derecho de los mineros a disfrutar de las viviendas fue desapareciendo a raíz de las diferentes negociaciones de la empresa con los diferentes comités de empresa y agentes sociales, hasta que hoy tristemente algunas de ellas se están derrumbando por la falta de uso y conservación y nadie tiene derecho a utilizarlas.
La dehesa constituía un gran complemento en la subsistencia de los mineros pues de ella, además de los cereales propios de la labranza, aprovechaban la montonera para la cría de cerdos, leña, pesca, caza y todo lo que la dehesa generaba susceptible de ser aprovechado por el hombre.
Castilseras está surcada de este a oeste por los ríos Valdeazogues y Alcudia, lo que da lugar a una exquisita y abundante flora y fauna. Los ríos están poblados por familias de nutrias, aves y gran variedad de peces. Es de destacar sobre el río Alcudia, “El Puente de los Soldados” construido para el paso de la línea de ferrocarril Madrid-Badajoz que atraviesa la finca de este a oeste. En este lugar y en el antiguo puente, el sábado 26 de abril de 1884 más de 60 soldados perdieron la vida al descarrilar el tren, en memoria de estos soldados se construyó un pequeño cementerio al lado de la vía que aún hoy perdura.
El hecho de disponer de agua y zonas de vega propicia para el laboreo de la tierra y los asentamientos de población hacen que Castilseras desde la época romana dispusiera de más de cuarenta zonas de asentamiento de población y que esté cruzada por antiguas vías de comunicación. En la actualidad además de los evidentes caminos públicos la atraviesan vías pecuarias con la catalogación de vereda, tales como la “Vereda del Puente de los Soldados”, la “Vereda de Alcudia” y parte de la “Vereda de Badajoz”. Todas tienen una anchura legal de 20,89 metros.
Dentro de los enclaves o asentamientos antiguos, son de destacar “El Cerro de las Monas”, las ruinas del Castillo de Castilseras, las minas de plomo-plata del Quinto del Hierro”, Las minas de plomo del Mesto, el asentamiento romano de Cañada Endricia, las Tumbas Visigodas de la Cañada del Tesoro y las pinturas rupestres de Arte Esquemático de la solana de la Sierra de Cordoneros entre otros.
En la actualidad la Dehesa constituye un bien patrimonial dependiente del Ministerio de Hacienda a través de la S.E.P.I. Como hemos visto, siempre ha estado supeditada a la mina y por tanto al pueblo de Almadén. Iba a ser el motor de la reconversión industrial de la comarca y así lo establecía el citado PRECA, pero nunca llegó a cumplir su misión de reconvertir los puestos de trabajo.