10 oct 2010

HOTEL CON VISTAS AL MAÑANA


Leía esta mañana en El Periódico un artículo de Joan Ollé, como pienso que la mayoría leéis el ABC, o La Razón, y los más liberales El País, o La Vanguardia, os transcribo el artículo de marras, cuya idea, creo se podría aplicar al futuro de nuestro Club, que según hemos podido comprobar, preocupa mucho a varios de nuestros amigos-miembros.




HOTEL CON VISTAS AL MAÑANA


La idea es de mi amigo J.M.S.: ¿por qué envejecer cada uno en su casa repasando fotos y papeles amarillentos cuando podríamos hacerlo junto a los que más hemos querido, no en un triste asilo sino en una comuna o casa de colonias para ancianitos guays? La auténtica familia -y de eso la Mafia sabe mucho- va mucho más allá de los impuestos vínculos de sangre; a lo largo del vivir, escogiendo a los amigos, cada uno planta y riega el verdadero árbol genealógico de sus hijos y nietos. La familia son aquellos con quienes reímos y lloramos.


Durante los años laborales lo inmediato nos aparta de lo urgente y apenas nos queda tiempo para dejarnos ser en amistad. Aprovechemos, pues, la jubilación -que viene de júbilo- para el reencuentro definitivo y diario con los nuestros: el soltero o viudo no se sentirían solos, ni la pareja enclaustrada en sí misma. La cosa consistiría en haber ahorrado lo suficiente y, a la hora del finiquito, deshacernos de todo (los hijos, que se jodan, que ya los hemos mimado mucho ) y encargarle a un arquitecto de moda un gran hotel con tantas suites como amigos y muchos espacios comunes para comer, leer, jugar al mus, bañarnos, tomar el sol o ver el fútbol. Los cocineros, camareros y enfermeras serían escogidos a través de un reñido casting con voz y voto para todos, e incluso pediríamos a un amigo diseñador sillas de ruedas con mueble bar y mantitas que no den mucha pena cuando nos tapen las rodillas.


Naturalmente, la población debería ser de diversas ideologías políticas, religiosas y futbolísticas para que el griterío esté garantizado, nos enfademos de vez en cuando y al cabo de un rato, como niños, nos obliguen a hacer las paces con un beso. Y cuando alguien de nosotros pase a mejor vida, pues nada: le lloramos y luego le damos sepultura en el campo de golf o en el jardín, muy cerca, para poder decirle hola cada día.


Otra posibilidad sería comprar a escote un pueblecito, pero seguro que no habría acuerdo para elegir alcalde ni para programar la fiesta mayor. No, no... Mejor lo del hotel.


Fijaros bien, dice, enfermeras elegidas en un casting, campos de Golf.....