Siguiendo nuestra pauta de ir conociendo cosas nuevas, sin dejar de mantener las antiguas, nuestro clásico almuerzo del pasado día 10 de enero se celebró en la antigua Pasteleria Reñé, reconvertida en Restaurante.
Acogedor, cálido y símbolo modernista de la ciudad. Así se define el Café-Bar Restaurante Reñé, una antigua fábrica de confitería y bombones que la familia Reñé instaló en 1892 y que, posteriormente, en 1910, transformó en una reconocida pastelería de Barcelona.
Ubicado en el barrio de l’Eixample, el local mantiene la decoración original de Enric Llardent, que combina un agradable interior con grandes vitrinas, ornamentos de yeso en los techos y madera de caoba procedente de Cuba, con los llamativos zócalos de mármol que conforman los escaparates de la fachada exterior, de corte modernista, y declarada patrimonio histórico de la ciudad.
Un viaje por la Ruta del Modernismo de Barcelona que culmina con una evocación al arte gastronómico.
Un espacio diferente, con mesas para los individuales y varios salones para grupos.
Nuestro menú fue a base de platillos, recordando un menú de degustación, aunque adaptado a nuestro presupuesto.
Creo que realmente mereció la pena conocer un lugar tan emblemático, ubicado en el corazón de Barcelona
