Con el paso del tiempo, las personas sólo tenemos dos enemigos posibles; el aburrimiento o el enfado. Aquellos que han conseguido todo a lo que aspiraban, faltos de nuevos objetivos, se aburren. Aquellos que bien por mala suerte o por falta de capacidad no han logrado convertir sus aspiraciones en realidad, cuando ven que ya no lo conseguirán nunca, caen en el resentimiento ante lo que consideran una vida que no les ha tratado, según ellos, con justicia.
Por tanto, envejecer sabiamente consiste en saber huir por igual del tedio y del cabreo, manteniendo una actividad que nos tenga ocupados en vez de preocupados, y con la lucidez suficiente para entender que el tiempo pasa y que eso lejos de ser un problema, es una suerte.
(texto facilitado por JM Pujol)