Siguiendo con el programa de múltiples
actividades de la actual Junta Directiva, el pasado día 9 de junio,
excepcionalmente en jueves, por problemas de programación de la visita, un
grupo de valientes y arriesgados miembros, bajo a las entrañas de la ciudad de
Barcelona, para recorrer sus cloacas.
Ataviados con un equipo especial
para evitar cualquier contagio existente en el interior del conducto de las aguas
residuales de la ciudad, acompañados por un excelente guia, Josep y, dos
miembros de los equipos de trabajo del Clavegueram, recorrimos una parte de los
1.500 kilómetros de cloacas (una distancia similar a la que hay hasta Budapest,
en línea recta).
Cada día nos duchamos, hacemos
nuestras necesidades, ponemos alguna lavadora o lavaplatos, nos lavamos las
manos, etc. También en la ciudad es necesario el riego de parques o la limpieza
de las calles… El número de tareas diarias que implican el uso de agua son
muchas ocasionando entre unos 5.000 y 7.000 litros por segundo de agua residual
a diario. Sin meterme en términos de sostenibilidad, esto supone un mundo
subterráneo paralelo de 1.693km de ríos y afluentes que canalizan el agua a las
depuradoras.
Las alcantarillas más antiguas
que se han encontrado en Barcelona son de la época romana, que ya eran
conscientes de la necesidad de evacuación de estas aguas residuales sobre todo
por condiciones higiénicas y de salubridad. Desde entonces se ha ido perfeccionando
a lo largo del tiempo. La red de alcantarillado de l’eixample, que se puede
visitar en su tramo de Paseo San Juan entre Diagonal y Aragón, data de 1891.
Tras un entrada un poco angosta,
llegamos a una de las “calles” que conducen el agua por el subsuelo de
Barcelona, aunque pueda parecer lo contrario, la cantidad de agua en un día
normal, que cruza por estas calles es más bien escaso, observamos que eran más
limpias de lo que esperábamos y que exclusivamente hay líquidos, según nos
comentó Josep, el descenso desde los pisos hasta la cloaca, de los detritus,
mezclados con el agua del desagüe del wáter, hace que todo, incluido el papel
de celulosa desaparezca, sólo se suelen encontrarse plásticos y, otros
elementos que las personas poco cuidadosas con el medio ambiente, tiran al wáter
en lugar de hacerlo en el contenedor correspondiente.
Tampoco vimos las ratas que
creíamos, alguien del grupo vio una, porqué se lo indico uno de los técnicos,
en un determinado punto vimos que salía mucha agua, ello era debido a que es el
desagüe de un lavado de coches.
Al llegar a la altura de la
diagonal, observamos uno de los caminos con gran cantidad de aguas, es el
conducto que cruza la Diagonal y que se dirige hace la depuradora del Besos,
por este conducto pasan las aguas de Pedralbes, Sarria, parte de les Corts y de
Gracia.
Siguiendo hacia el Este nos
encontramos con el conducto que cruza bajo la línea de ferrocarril y que
posteriormente vuelve a “remontar” por la ley de vasos comunicantes.
En la actualidad Barcelona
dispone de 14 grandes depósitos para retener las aguas de las lluvias
torrenciales, que hace algunos años inundaban las calles de la parte baja de la
ciudad, normalmente las aguas residuales terminan en los dos grandes
depuradoras que hay en la ciudad, Besos y Llobregat, donde las mismas son
tratadas y una vez depuradas, son arrojadas al mar, donde se oxigenan y se
convierten en aguas limpias.
Antiguamente las “calles” que transitan
bajo la ciudad estaban identificadas, pero durante las olimpiadas del 92 se
quitaron las señalizaciones, y no han vuelvo a colocarse por seguridad, incluso
los planos son “High Secret”, como protección a posibles atentados de grupos
terroristas, todo por la seguridad, por este motivo, la realización de fotos
está limitado.
Una excelente visita que, nos
descubrió una parte desconocida de nuestra ciudad, sobre la que caminamos todos
los días, para finalizar, seguimos por las profundidades de la ciudad, viajando
en metro de la línea 5 hasta el Hotel Abba Sants, donde se celebró el almuerzo
quincenal con el resto de miembros del Club.