19 jul 2016

REFUGIO 307

Justo el día después de cumplirse los 80 años del golpe de estado por parte de las tropas comandadas por el General Franco, nuestro Club ha realizado una visita a uno de los lugares emblemáticos de aquellos tristes años, un lugar para protegerse de los bombardeos de la avión italo-alemana sobre nuestra ciudad.

En esta ocasión también invitamos a los miembros del grupo Elite - La Poma a unirse a la visita, apuntándose a la misma José Luís Gómez de Mundomar y Luís Ortells ex de Ortells i Valdé.
Y contamos con los comentarios de Emma, una excelente profesional, entusiasta de su trabajo y conocedora de estas extraordinarias obras de ingenieria de guerra.

Hay que tener en cuenta que hasta esta momento en ninguna guerra se habían bombardeado nucleos urbanos de forma indiscriminada, como los que realizaron las tropas rebeldes con el apoyo de las tropas fascistas italianas, encargadas de bombardear Catalunya, mientras que las tropas nazis de Hitler lo hacian en Euskadi. 
(Refugios existentes)
El Refugio 307 es uno de los más de 1300 refugios antiaéreos construidos durante la Guerra Civil con el objetivo de proteger a la población de los bombardeos indiscriminados que sufrió Barcelona.

Estos refugios se construyeron en menos de dos años, y la inmensa mayoría de ellos realizados por la población civil.

El refugio fue excavado gracias al trabajo de muchos vecinos del barrio del Poble Sec.
Dispone de tres entradas de acceso en la calle Nou de la Rambla y tiene cerca de 400 metros de túneles, con una altura de 2,10 metros y una anchura que oscila entre 1,5 y 2 metros. El refugio contaba con varias estancias: lavabos, fuente, enfermería, sala para niños y hogar, entre otros.
Recorriéndolo se pueden revivir las angustias de una ciudad que durante la Guerra Civil se enfrentó a un fenómeno nuevo: el bombardeo indiscriminado de la población civil, una práctica militar que solo había sido brevemente ensayada durante la Primera Guerra Mundial.

El Refugio 307 es uno de los mejores ejemplares de refugio construido en Barcelona y a la vez se convierte en un auténtico memorial de la lucha por la supervivencia y el desastre de las guerras.
El Refugio 307 de Poble-sec es uno de los más de mil que se construyeron en Barcelona durante la Guerra Civil. Es un buen ejemplo de la defensa pasiva que realizó la ciudad durante este periodo.
Consiste en 200 metros de túneles con una altura de 2'10 metros y una anchura que oscila entre los 1,5 y los 2 metros. Cuenta con tres entradas de acceso, y fue excavado gracias al esfuerzo de muchos vecinos que se implicaron en su construcción. Concebido para proteger la población de los ataques aéreos, el Refugio 307 se ha recuperado y abierto al público para mostrar la crueldad de las guerras y sus consecuencias.
La experiencia subterránea

A lo largo del recorrido por este refugio, pueden revivirse las condiciones de vida que se dieron entre sus paredes. Pueden contemplarse las diversas estancias que lo formaban, como los lavabos, una fuente, una enfermería, la sala de los niños y una chimenea, entre otros. Pese a que solo se terminaron 200 metros de túnel, el proyecto inicial preveía más de 400, que habrían podido ofrecer protección a unas 2.000 personas. Durante la visita pueden verse también restos de construcciones posteriores a la Guerra Civil, cuando el refugio fue reaprovechado para otros usos.


Una nueva manera de hacer la guerra
El día 16 de marzo de 1938, a las 22.08, comenzó el bombardeo más sangriento que sufrió Barcelona durante la Guerra Civil. Duró cerca de tres días, causó más de mil muertos y heridos, destruyó 45 edificios y provocó daños en otros 75. Barcelona fue el banco de pruebas para una práctica que solo se había visto brevemente durante la Primera Guerra Mundial: el bombardeo indiscriminado de la retaguardia. La vida cotidiana se vio cruelmente trastornada, las familias que podían enviaban a sus hijos a un lugar seguro y la moral de la ciudad fue erosionándose, contribuyendo a que la victoria franquista resultara más abrumadora.




Organización ante las bombas

Tras los primeros bombardeos, se creó una Junta de Defensa Pasiva y las Juntas de Defensa Local, que intentaron tomar medidas ante aquel nuevo y letal fenómeno bélico. En un primer momento, se habilitaron como refugios los sótanos de las casas y la red de metro. Pese a los pocos medios disponibles, la Generalitat, los ayuntamientos y los propios ciudadanos organizaron la defensa: se instalaron alarmas, se creó un servicio de abastecimiento de alimentos, agua y medicinas, y se construyeron refugios de nueva planta a pesar de la escasez de materiales necesarios, como el hierro. Cuando sonaban las alarmas, se apagaban todas las luces de la ciudad y había que ponerse a correr. Si no se tenía un refugio cerca, ni tampoco ninguna estación de metro, quedaba el recurso de esconderse en Collserola o en alguna de las colinas de la ciudad.